11 de juny 2012

CRÒNICA RECITAL POÈTIC A LES FESTES DE PRIMAVERA DE LA XARXA DEL BARRI FALGUERA

Cicle: Sant Feliu de Llobregat, la ciutat literària

Aquest passat dissabte 9 de juny, i dins del marc de les Festes de Primavera de la Xarxa del Barri de Falguera, vàrem poder gaudir del magnífic recital poètic amb el que ens van deleitar el grup de Dones amb Veu i els amics de la Tertúlia Literària de l'Ateneu, i que van ser acompanyats a la guitarra pel Víctor i presentant l'acte l'Israel.


Durant una mitja hora, vàrem poder escoltar poemes molt coneguts com l'Elionor de Martí i Pol o Romance Sonámbulo de García Lorca, però també poemes potser menys coneguts de Gioconda Belli o Gil de Viedma.

L'acte va concloure, com ja és tradició en aquests tipus de trobades, cantant El Lobito Bueno de José Agustín Goytisolo en perfecte comunió entre els intèrprets i el públic assistent.





Tot seguit reproduïm un dels poemes magníficament interpretat pel grup de Dones amb Veu i que va agradar molt als oients que hi erem presents.



Gioconda Belli POESÍA
Managua, Nicaragua (1948)












DE NOCHE, LA ESPOSA ACLARA
No.
No tengo las piernas de la Cindy Crawford.
No me he pasado la vida en pasarelas,
desfi les de modas, tostada bajo las luces de los fotógrafos.
Mis piernas son anchas ya llegando a la cadera,
y a pesar de mis múltiples intentos
por ponerme trajes aeróbicos y tirarme en el suelo a sudar,
no logro que pierdan esa tendencia a ensancharse
como pilares que necesitaran jugoso sustento.
No.
No tengo la cintura de la Cindy Crawford
Ni ese vientre perfecto, liso y ligeramente cóncavo,
con el ombligo deslumbrante en el centro.
Alguna vez lo tuve. Alguna vez presumí de esa región de mi anatomía.
Fue antes de que naciera Camilo,
antes de que él decidiera apresurarse a nacer
y decidiera entrar al mundo de pie;
antes de que la cesárea
me dejara cicatriz.
No.
No tengo los brazos de la Cindy Crawford
Tostados, torneados, cada músculo fortalecido con el ejercicio indicado,
las pesas delicadamente balanceadas.
Mis brazos delgados no han desarrollado más musculatura
que la necesaria para marcar estas teclas,
cargar a mis hijos, cepillarme el pelo,
gesticular discutiendo sobre el futuro,
abrazar a los amigos.
No.
No tengo los pechos de la Cindy Crawford,
anchos, redondos, copa B o C.
Los míos nunca han sido muy lucidores en los escotes,
aún cuando mi madre me asegurara
 —madre al fi n— Cuadernos del Ateneo  149
que los pechos, así separados, eran los pechos griegos
de la Venus de Milo.
Ah! Y la cara, la cara de la Cindy Crawford, ni se diga.
Ese lunar en la comisura de la boca,
las facciones tan en orden, los ojos grandes,
el arco de las cejas, la nariz delicada.
Mi cara, por la costumbre, ha terminado por gustarme:
los ojos de elefante, la nariz con sus ventanas de par en par,
la boca respetable, después de todo sensual.
Se salva el conjunto con la ayuda del pelo.
En este departamento sí puedo aventajar a la Cindy Crawford.
No sé si esto pueda servirte de consuelo.
Por último y como la más pesada evidencia,
no tengo el trasero de la Cindy Crawford:
pequeño, redondo, cada mitad exquisitamente delineada.
El mío es tenazmente grande, ancho,
ánfora o tinaja usted escoja.
No hay manera de ocultarlo
y lo más que puedo es no tenerle vergüenza,
sacarle provecho para leer cómodamente sentada
o ser escritora.
Pero decime:
¿Cuántas veces has tenido a la Cindy Crawford
a tus pies?
¿Cuántas veces te ha ofrecido, como yo, ternura en la mañana,
besos en la nuca mientras dormís,
cosquillas, risas, el sorbete en la cama,
un poema de pronto, la idea para una aventura,
las premoniciones?
¿Qué experiencias te podría contar la Cindy Crawford
que, remotamente, pudieran compararse con las mías,
qué revoluciones, conspiraciones, hechos históricos,
tiene ella en su haber?
Modestia aparte, ¿será su cuerpo tan perfecto
capaz de los desaforos del mío,
brioso, gentil, conocedor de noches sin mañana,
de mañana sin noche,
sabio explorador de todos los rincones de tu geografía?
Pensalo  bien. Evalúa lo que te ofrezco
Cerrá esa revista
Y vení a la cama.